por Lorena Sánchez, especial para FelliniA Tierra de Cine.
“Polina, danser sa vie” es un encuentro entre la danza y el cine que a través del trayecto de vida y formación profesional de una bailarina, recorre los distintos tipos de baile y muestra cómo se va forjando la creación artística en la expresión corporal.
La película, dirigida por duetto artístico -y pareja en la vida real- entre el renombrado coreógrafo Angelin Preljocaj y la realizadora y guionista Valérie Müller, fue presentada esta semana en Pantalla Pinamar y se estrenará comercialmente el 30 de marzo en nuestro país.
Es la historia de una bailarina rusa (Anastasia Shevtsova) que se prepara desde su infancia y adolescencia para ingresar al prestigioso Bolshoi. Allí se enamora de un compañero francés (Niels Schneider) y a poco de ingresar al cuerpo de baile decide seguirlo hacia el sur de Francia y estudiar danza contemporánea. En la nueva escuela, que comanda la maestra francesa interpretada por Juliette Binoche, la rigurosa formación clásica de Polina se ve limitada ante una visión de la danza que ahonda en la búsqueda expresiva de las emociones y una técnica que privilegia la expresión de los sentimientos por sobre la perfección de los movimientos. Sintiendo que no encaja, la protagonista parte nuevamente en búsqueda de su destino y se enfrenta con los avatares de la supervivencia. En esta nueva etapa descubrirá la improvisación y conocerá a un bailarín (Jérémie Belingard) que utiliza la expresión corporal para trabajar con chicos de bajos recursos económicos. El camino de su propia experiencia y las idas y venidas de la vida misma le permitirán a Polina encontrar un lenguaje propio que sintetizará las distintas técnicas y expresará su visión poética, sus propias alegrías y tropiezos y sus sueños de niña.
El personaje de Polina está basado en un exitoso cómic de Bastien Vivés, editado en diez idiomas. Los directores buscaron que actores y bailarines se encuentren en la interpretación, que desde la danza “el sentido circule a través de los cuerpos, que hablen, que se reconozca lo que el cuerpo emana como cuando reconocemos a alguien que camina en la oscuridad sin precisar su rostro” y que la historia Polina “construya su emancipación a partir de sus decisiones, sus capacidades y también sus heridas, pero en un camino personal por fuera del mandato de sus padres y el encasillamiento del sistema”.
Algunas de los diálogos del film definen la visión de las distintas escuelas de danza: “El público tiene que ver la belleza de los movimientos, no la dificultad y el esfuerzo”, exige el profesor ruso interpretado por Aleksei Guskov. “Lo que hacen es muy bonito pero quiero algo real. Es importante escuchar y observar lo que pasa alrededor”, pide la maestra francesa que encarna Juliette Binoche. El coreógrafo Angelin, cuya escuela aparece como uno de los escenarios del film, señaló en la conferencia de prensa, que “hoy en día, el director de una compañía no es lo que suele verse en la las películas, sino que trabaja en colaboración con sus bailarines y con mucha humanidad”.