Blade Runner, Roy Batty y Rugter Hauer

I’ve seen things you people wouldn’t believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched C-beams glitter in the dark near the Tannhauser gate. All those moments will be lost in time… like tears in rain… Time to die.”

«He visto cosas que ustedes nunca hubieran podido imaginar. Naves de combate en llamas en el hombro de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, igual que lágrimas en la lluvia.… Tiempo de morir.” Monólogo final de Roy Batty en Blade Runner

Hacia principios de los 80´s asistí con un amigo a una revelación cinematográfica que nos dejó abrumados, en realidad ese día las revelaciones fueron dos, pero en ese entonces no lo sabíamos.

Blade Runner, la película de Ridley Scott, que de eso se trataba, nos puso ante un espectáculo nunca visto.

Tuvimos como Philip K. Dick el autor del relato original en que se basa el film, (“Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”), la impresión de que Blade Runner concretaba visualmente todo aquello que la ciencia ficción sólo había conseguido plantear literariamente.

Conocida como una de las películas fundantes de lo que sería la estética de lo postmoderno, su sensación de caos, desesperanza y corrupción rompía con la pulcra iconografía existente en los relatos del género, con una estética condicionada por la pobreza de los presupuestos (hasta la producción de“2001 Odisea del espacio” de Stanley Kubrick) y que por ello naturalizó, salvo alguna excepción, la visión de un futuro que no cuestionaba el estado de cosas de ese tiempo por venir, planteándolo sin grandes contradicciones internas, hecho que materializaba en las magras y pulcras escenografías y vestimentas, poniendo la aventura de lo externo (“lo espacial”) como motorizador de la diégesis.

Blade Runner, mas allá de los componentes de acción que contenía, ponía el énfasis en lo metafísico, en lo filosófico diría, de la situación de unos seres que compartían la finitud de lo humano pero en un tiempo mucho mas acotado, por lo que sus incógnitas y anhelos eran mucho mas urgentes y de fuertes ecos existenciales.

Dije que las revelaciones fueron dos, primero, la visión de ese mundo futuro pero muy cercano en sus problemas al presente y la segunda… Rugter Hauer, que con su cabello platinado, una presencia física entre mundana y atlética y su decir pausado y enfático, era el intérprete mas apropiado para encarnar aquel androide mucho “mas humano que los humanos”, un eslogan, el de la (¿hoy sería “ficcional”?) Tyrrel Corporation, que ponía en palabras, mas allá de su característica publicitaria, los misterios inherentes al ser, exacerbados por el escaso margen de tiempo con que contaban en su diseño genético estos «Replicantes», como los denominó la película, y que encontraba en el Roy Batty de Hauer una corporización ideal.

Pero lo que yo no sabía era que esa conveniencia excedía lo físico y que ahí era donde ibamos a poder entender porque Hauer sería recordado en el presente (futuro de su relato).

Lamentablemente estas líneas son motivadas por el hecho de que Rugter Hauer ha muerto en el día de ayer y la frase que las encabeza es aquella que pronuncia antes de morir su, paradojicamente, inmortal Roy Batty. Palabras que en las últimas horas han sido repetidas en todas las citas motivadas por su muerte por ser uno de los párrafos mas inspiradores que produjo el cine.(1)

Lo que no sabía hasta hace poco era la génesis de las mismas.

El relato original de Dick fué adaptado inicialmente por Hampton Fancher y finalmente tuvo una versión corregida de David W. Peoples, aunque en realidad su tramo más célebre todavía no había sido escrito.

La noche anterior a la filmación de la escena, Hauer se encerró con sus líneas, dedicando toda la noche a reescribirlas y finalmente fué su versión la que quedó en la película. A él le pertenece el cierre final de “Todos esos momentos se perderán en el tiempo, igual que lágrimas en la lluvia” totalmente en  coincidencia con el sentido que tenía la escena, reafirmada por el contexto lluvioso en que se desarrollaba y que dialogaba con la anécdota existencial que aquel personaje desplegaba ante los ojos asombrados de un protagónico Harrison Ford.

Luego Hauer tendría una desigual carrera con momentos de brillo en su producción holandesa, que posteriormente incluiría el premio del Festival de Venecia a “La leyenda del Santo Bebedor” que lo tuvo como protagonista,  aunque también comprendería producciones de factura industrial no siempre feliz.

Sin embargo esta semana, como ocurrió en aquel crepúsculo, supimos que todavía la redacción no era la definitiva; hermanado de una forma extraña a Roy Batty, su personaje, Hauer también dejaría de existir en el año 2019…

Lo que no sabíamos, ni él ni nosotros, es que en aquella noche de ensayo y escritura había logrado ya que ni él ni sus palabras fueran a desaparecer borradas por el tiempo o la lluvia, aunque estuviera marcada la hora de morir.

Oscar Alvarez

(1) Lágrimas en la lluvia – https://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%A1grimas_en_la_lluvia