“Cuando te mueves en los lugares adecuados,
en el tiempo adecuado, en la luz adecuada,
el mundo, todavía, se convierte en cuento» .
Peter Handke, Ayer, de camino.
por Jorge Cappelloni
Es en el filme Ceniza Negra, ópera prima de Sofía Quirós Úbeda, directora de nacionalidad argentina – costarricense, donde mucho podemos vislumbrar de aquella aserción de Handke en su libro de viajes.
La inmensidad selvática, la noche y el día atravesados por el misterio y la cotidianeidad, el tiempo de crecer y envejecer , de la proximidad tangible de la muerte, de nimios gestos e intima complicidad entre los protagonistas hacen de este filme -una obra sensorial – un hermoso y lúdico cuento del pasaje de la infancia a la adolescencia de una niña en un ambiente rural costero del caribe Costarricense.
Sí, tal como reza su sinopsis, la película nos cuenta la historia de Selva, una chica de 13 años, que vive en un pueblo costero del Caribe Costarricense. Tras la repentina desaparición de su única figura materna, Selva queda al cuidado de un abuelo que se deteriora rápidamente. Entre sombras misteriosas y animales salvajes, Selva se enfrenta sola a sus últimos momentos de infancia y a su paso va adquiriendo una sabiduría inusual para una joven de su edad.
Pero Ceniza Negra es mucho más que esa descripción sinóptica. Es en primer término un pasaje, una película sensorial donde la naturaleza exuberante y en particular ese entorno rural, selvático y el océano que rodean a los personajes, componen un elemento fundamental en el filme y moldean su carácter, sus relaciones -por momentos cautivante por momentos amenazadora o desconcertante-, y va delineando en muchos pasajes la actitud, sensaciones o sentimientos de los protagonistas.
La película es un pequeño gran viaje de muchas aristas, personal e hipnótico; un viaje a la infancia, a la memoria, a la tradición y al sincretismo, pero nada es dado con un carácter asertivo todo fluye y es elidido, es envuelto en el misterioso poder confluyente de la naturaleza (y especialmente sus sonidos) que se manifiesta en cada plano de la cinta. Bella pero enigmática, los momentos de íntimos encuentros entre los actores no profesionales (Machleen Gutiérrez, Humberto Samuels, Hortensia Smith), revelan el pulso de la directora que logra con su cámara develar imperceptibles gestos de complicidad que dan un tono de frescura, proximidad y naturalidad a las escenas.
Un pista del fluir de Ceniza Negra podría resumirse en las palabras del brasileño Arlindo Machado “Las imágenes, los sonidos y los gestos participan, de la misma forma que la palabra escrita o hablada, del proceso integral de comprensión del mundo”.
© 2020 FelliniA Tierra de Cine