Ana Piterbarg,directora de Alptraum

«Me cuesta pensar que no hay lucidez en la paranoia.»

Por Oscar Alvarez

A propósito del estreno de Alptraum, Fellinia, tierra de cine entrevistó en forma exclusiva a su directora Ana Piterbarg, en relación a los temas que plantea su película. A continuación transcribimos el interesante diálogo que mantuvimos:

Como lo dice la pesadilla del título, que te decidió a explorar un tema tan difícil (y fascinante)?

Me gusta el misterio que encierran esos espacios que no responden a la lógica de la razón. No me detuve mucho a pensarlo; y después ya era cuestión de seguir avanzando porque sino quedaba atrapada ahí adentro. Había que salir, que terminarlo, ver hasta dónde podía seguirle la pista a ese juego que no planteaba reglas muy claras.

Muchas veces los ensayos de la obra se perciben como un campo de disputa de poderes, fue un intento reflexivo o se planteó como una descripción cercana a este tipo de situaciones?

Supongo que ambas cuestiones: pienso que al personaje, como a muchos de los que ocupamos un rol de conducción como es el caso de un director de teatro, se le plantea la dificultad de ejercer ese liderazgo, porque se vuelve un terreno fértil para que crezcan todos sus fantasmas en relación al vínculo con los demás.

Los espejos son usados a veces para duplicar la realidad (cuando despierta por ej.) y otras para complementarla (la discusión en el grupo de teatro por ej.), estas duplicidades parecen hablar de una irrealidad que construye el mundo de Andreas, es así?

Sí. Andreas frecuenta varios planos, y en esta historia, esos planos se van alimentando mutuamente, y de a poco pierden definición sus límites. Me parece que esos reflejos diferentes sobre una misma cuestión habilitan a no quedarse con un solo discurso y poner en discusión la existencia de una realidad única e inapelable.

El trabajo del sonido muchas veces en la elusión construye la ilusión (la conversación en la fábrica por ejemplo), esta ambigüedad habla de la paranoia de Andreas o expresa al mismo tiempo la imposibilidad de alcanzar la verdad?

Me parece que tiene más que ver con lo segundo, con la imposibilidad de saberlo todo, pero no del personaje sino de eso que nosotros como espectadores estamos viendo (en este caso, la trama). Andreas no puede saber todo tampoco, pero él sigue intentando atrapar eso, no se resigna a contemplarlo sino que quiere entenderlo, saber con certeza, y justamente por eso a veces se aleja más de la verdad (de alguna verdad) y se va a un lugar (espacio/tiempo) que no es otra cosa que su propia verdad, esa construcción que él mismo se armó juntando señales, asociando datos, una especie de delirio.

En esta especie de proceso kafkiano que vive Andreas, hay algún grado de lucidez sobre sus vivencias o la paranoia inunda todo?

Me cuesta pensar que no hay lucidez en la paranoia. Como dice el refrán “porque sea paranoico no deja de ser cierto que me están siguiendo”. En el caso de la película, Andreas cree que hay una verdad que él busca develar, y nosotros lo acompañamos en ese camino. Tampoco es que lo que él piensa no sea cierto. No lo terminamos de saber nunca.

El carácter casi de rompecabezas que plantea la codificación de los íconos en la revista y el uso del alemán surgen de su dificultad o remiten a una referencia personal?

Es un juego, es algo muy infantil, que él asocia al identificarse con ese niño que lo interpela en la escalera, en la plaza. Un poco una parodia del género que propone la película.

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