Los valores establecidos son, justamente, el corral contra el que se rebelan los protagonistas".
A pocos de días de su auspicioso estreno en cines (y aún en cartel en el Cine.Ar sala Gaumont) el film “El Corral» resulta una rara avis en el panorama del cine argentino actual. Mezcla de comedia adolescente y thriller retrata el universo de dos compañeros del colegio secundario que traban una relación muy particular,signada por la rebelión juvenil, el bullying, la violencia, el sexo y el pasaje de la adolescencia a la adultez, todo ello ambientado en la década del 90′ en una sociedad provinciana de valores establecidos.
De todo esto y de algunos temas más FelliniA Tierra de Cine tuvo el placer de conversar con su director Sebastian Caulier.
por Jorge Cappelloni
-¿Cómo surgió la historia, y cómo fue el proceso de escritura del guión?
El germen de la historia nació hace muchos años en un taller de guión que hice cuando terminé la ENERC. Teníamos que escribir un largometraje. La imagen disparadora fue un recuerdo del secundario que de hecho terminó siendo una escena de la película: un amigo mío al que un día a la salida de la clase de gimnasia nuestros compañeros lo persiguieron tirándole piedras, hasta hacerlo caer de la bici. A partir de este recuerdo empecé a improvisar ideas, y poco a poco fue adquiriendo forma de historia. En esa época estaba seguro de que esa iba a ser mi ópera prima, pero en un momento me estanqué con el guión y lo abandoné. Al tiempo seguí con otra historia, que terminó siendo La inocencia de la araña, mi primera película. Después de unos seis años, revolviendo papeles, me encontré con ese viejo proyecto, que por ese entonces se llamaba Sangre de oveja. Lo recordaba como un guión trunco que nunca pudo ser. Lo releí, me interesó y decidí arrancar a escribirlo de cero. Y esta vez sí salió.
– El Corral permite observar varias cuestiones, entre ellas, el retrato del ámbito escolar en una sociedad provinciana, en donde bajo la aparente mirada sobre la rebeldía juvenil, la intrusión de un elemento perturbardor conduce el relato hacia una inesperado thriller de violencia y velada crítica a los valores establecidos ¿Crees que puede leerse y funcionar de este modo?
Me gusta la idea de atravesar distintos tonos en una misma película, ir pasando de uno a otro. Acá quise instalar un tono de comedia adolescente primero, hacer que el espectador se sintiera cómodo en ese terreno reconocible, después ir poco a poco llevándolo hacia un lugar más inquietante, menos confortable, para finalmente desembocar en el thriller puro y duro. Me lo tomo como un juego entre el espectador y yo, algo así como una trampa narrativa que consiste en crear un cierto nivel de previsibilidad para después traicionarlo y generar algo totalmente distinto. La crítica a los valores establecidos creo que atraviesa todo el relato porque son esos valores establecidos los que generan que ocurra todo lo que ocurre. Los valores establecidos son, justamente, el corral contra el que se rebelan los protagonistas.
-¿ Por qué decidís la inclusión de la voz en off del protagonista para contar el relato y situás la acción a fines de la década del 90′?
Me parecía importante que hubiera un narrador en off porque desde el vamos instala a la película en un tiempo pasado. Le da la impronta del demiurgo, del contador de cuentos, ese espíritu de ‘te voy a contar algo que me pasó’. Es un código muy reconocible del lenguaje cinematográfico clásico y me gusta mucho. Le di muchas vueltas a esa voz en off: en el guión figuraba mucha más voz en off que la que finalmente quedó en la película, porque en el montaje la fuimos eliminando progresivamente. Finalmente la dejamos solo al principio, para introducir la historia y los personajes, y al final, para cerrarla. Durante todo el desarrollo no hay nada de voz en off, ahí decidí dejar que los personajes hablasen por sí mismos.
Con respecto a la elección de la época, el motivo es bastante caprichoso, y tiene que ver con que quería contar la adolescencia que conocí y viví, que tuvo lugar más o menos por esos años. De ahí se desprenden todas las incidencias que tiene la época en la historia: la relación entre los dos chicos que se forma puramente de presencia y momentos compartidos (no a través de redes sociales ni celulares) y situaciones específicas clave del argumento que directamente no podrían haber ocurrido de mediar la tecnología actual (como, por ejemplo, la escena en que Gastón tiene que salir del colegio para hacer una llamada desde el teléfono de la esquina y alertar sobre una bomba).
-¿Cómo fue el trabajo con los actores?, en particular tus ideas y marcaciones para con el potente binomio de protagonistas (Patricio Penna y Felipe Ramusio Mora).
Ensayamos bastante antes de salir a filmar, aproximadamente tres meses. El ensayo es fundamental para encontrar los personajes, las situaciones y el tono. O sea, para encontrar la película. Recién ahí, cuando finalmente ves en carne y hueso lo que en el papel era solo una abstracción, podés saber qué es realmente eso que escribiste. Para eso hay que soltar todas las idea previas que uno tenía sobre esas escenas y esos personajes y estar abierto a todo lo que aparezca en los ensayos, principalmente a lo que propongan los actores. En este caso, por ejemplo, Patricio Penna me dio un Esteban mucho más cómico que el que yo había escrito, que era un personaje más denso, más oscuro. Y Felipe Ramusio Mora, por otro lado, me dio un Gastón más humano, más frágil que el que yo tenía pensado.
Lo increíble de todo esto es descubrir hasta qué punto en los ensayos se puede ‘reescribir’ la película entera sin cambiar una sola coma del guión. Porque, aún dentro de los límites del texto, las posibilidades dramáticas son infinitas. En todo este proceso de ensayos me ayudó muchísimo María Laura Berch, que fue la directora de casting y la coach de actores. El trabajo con ella me hizo redefinir a los personajes y llevarlos a lugares de los que no tenía ni idea.
-¿En tu anterior largo (La inocencia de la araña, 2011) también te enfocabas en el conflicto de dos niñas en el marco escolar. El deseo no correspondido hacia un profesor de la escuela despertaba en ellas y en su imaginario una suerte de sentimientos macabros en contraposición a la ingenuidad infantil, ¿Qué te atrae de ese universo y qué analogías y diferencias observas entre ambas películas?
Cada una trata un polo opuesto de la adolescencia: en la primera son dos nenas entrando a la adolescencia (o sea, el pasaje de la niñez a la adolescencia) y en esta segunda son dos chicos ya en el tramo final de esta etapa (o sea, el pasaje de la adolescencia a la adultez). Son como reflejos invertidos la una de la otra. Edades distintas, temas distintos, misma temática. Entre las dos, creo que retratan un fresco de la adolescencia bastante particular.
Lo que me atrae del universo adolescente es lo conflictivo. Me interesa esa edad en la que desaparece el mundo tal cual lo conocíamos y la realidad se transforma en un terreno desconocido y, por momentos, aterrador. Hasta el propio cuerpo se vuelve algo extraño, irreconocible. Nadie sabe cómo funcionan las cosas en esta nueva realidad a la que nos arrojaron, cuáles son las nuevas reglas, qué hay que hacer para ser aceptado, qué está bien y qué está mal, nadie entiende nada, así que hay que empezar a probar. Pero lo que más me interesa de esa edad es el turbulento entrecruzamiento que se produce entre la ingenuidad que sobrevive de la infancia y pasiones emergentes como el deseo sexual, el odio o el miedo. Nunca consideré a mis personajes perversos o malos, sino justamente todo lo contrario: creo que son profundamente ingenuos. Por eso hacen las cosas que hacen: porque aún están explorando sus propios límites y no pueden dimensionar las consecuencias de sus actos.
-¿Que expectativas tenés para el estreno del filme?
Aprendí a disciplinar mis expectativas para no desilusionarme. Lo que espero es simplemente que la vea la mayor cantidad de gente posible. Es muy difícil darle visibilidad a una película independiente en medio del bombardeo publicitario y el copamiento de todas las salas por parte de los tanques norteamericanos, así que cada espectador para mí es un logro.
-Por último, algo más que quisieras agregar.
¡Vayan a ver ‘El corral’ al cine!
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