«… ella tiene todas las cualidades que se espera de una mujer, más las que se espera de un hombre, sin las desventajas de los dos…» François Truffaut
Uno tiene la sensación que se van acabando los actores y actrices que con su sola presencia llenan la pantalla y que al mismo tiempo en una frase, en un sólo guiño demuestran todo su talento. Melancolía por un tiempo que se va y otro que arriba? Tal vez, pero no basta para opacar la figura y trayectoria de quienes como Jeanne Moreau dejaron una marca en la historia del cine mundial
Quizás no muy conocida por las mas recientes generaciones, siempre volver a sus actuaciones sorprende y reconcilia con el cine. Actriz, Directora, Guionista, Documentalista, mecenas de los nuevos creadores, Maestra (con todo lo que realmente implica esa palabra), cantante, dueña de una de las voces mas reconocibles de la pantalla y un sinfin de actividades mas, Jeanne Moreau ha muerto el día de hoy.
Y por eso, el mundo ha amanecido menos rico y variado.
Oscar Alvarez
A continuación una traducción del obituario del British Film Institute
La actriz Jeanne Moreau, icono del cine francés, ha muerto este lunes a los 89 años, según ha informado su agente a la agencia France Presse. La intérprete, fue hallada muerta en su domicilio de la capital francesa, según ha informado Jeanne d’Hauteserre, alcaldesa de su distrito.
Sinónimo de la actuación brillante y la sensualidad francesa con clase, Jeanne Moreau será siempre asociada a las grandes películas de arte europeas de los años 60, su carrera marcada, entre otros, por los papeles de Jules et Jim (1962) de François Truffaut, La notte de Michelangelo Antonioni 1961) y el Diario de una camarera de Luis Buñuel (Le Journal d’une femme de chambre, 1964). Sin embargo, esta actriz que se convirtió en la encarnación del nuevo cine de posguerra fue entrenada clásicamente para el escenario, y aquel compendio de la feminidad francesa fué mitad británico.
La madre de Jeanne Moreau era una bailarina inglesa (una Tiller Girl), su padre un restaurador parisino. Ella nació en París el 23 de enero de 1928. Siguiendo los pasos de su madre, ella intentó el ballet, pero la escena era su vocación, que le fué revelada cuando vio una actuación de Antigone de Anouilh en marzo de 1944. Se unió a la Comédie Française en enero de 1948 Y fué estudiante allí hasta 1951; asistiendo también al Conservatorio. En 1949 se casó con Jean-Louis Richard y tuvo un hijo, Jérôme, nacido el mismo año, pero la pareja se separó en 1951. Mientras su madre aprobaba su carrera, su padre hizo lo contrario y ella contó que él la abofeteó cuando estaba estudiando una obra de teatro. La actriz que Louis Malle denominaría más tarde «la Sarah Bernhardt de su generación» comenzó a desarrollar una carrera escénica, apareciendo entre otras en el Théâtre National Populaire, donde fué protagonista junto a Gérard Philipe. Esta experiencia le dio a su talento una sólida base profesional, un rango de actuación en todo el espectro, y marcó el nivel de su cultura. Una muestra de lo que ella podía hacer apareció en Cat on a Hot Tin Roof en 1956, dirigida por Peter Brook. El cine, sin embargo, ya le había hecho señas.
A principios de los años 1950, Moreau se convirtió rápidamente en una estrella en ascenso en el cine francés, especializada en mujeres jóvenes y enérgicas. Como tal, apareció en comedias (Pigalle-Saint-Germain des prés, 1950), adaptaciones literarias (La Reine Margot, 1954), dramas (The Doctors / Les Hommes en blanc, 1955) y thrillers como Honour Among Thieves ( Touchez pas au grisbi, 1954). En este último, como pareja de un gángster drogadicto, ella es la destinataria de una bofetada notable, dada en la pantalla por la estrella de la película, Jean Gabin. Con el éxito de La Reine Margot y de Honor Among Thieves entre otras, podría fácilmente haber continuado en esta línea, pero sus inclinaciones culturales fueron en otra dirección menos corriente.
La relación de Moreau con el director Louis Malle y las dos películas que hicieron a finales de la década de 1950 alteraría el curso de su carrera -y posiblemente la del cine francés de posguerra. Si el thriller de Malle Lift to the Scaffold (Ascenseur pour l’échafaud, 1958) es reconocido como un precursor de la Nouvelle Vague Francesa, en parte por sus inmejorables encuadres; tan importante como esto es el modelado del personaje de Moreau como un nuevo tipo de heroína sensual, una femme fatale moderna sin los clichés de la vamp tradicional. Malle rompió las reglas de la presentación de estrellas convencionales eliminando la mayor parte de su maquillaje. Como dijo, «los camarógrafos la habrían obligado a usar mucho maquillaje y le hubieran puesto mucha luz porque, supuestamente, su rostro no era fotogénico […] Estaban horrorizados. Pero cuando realizó Ascenseur pour l’échafaud, de repente surgieron las cualidades esenciales de Jeanne Moreau«, la belleza atípica de Moreau, lo que ella llamó»los círculos bajo mis ojos y mi cara asimétrica «, todo esto encajaba con el deseo del joven cineasta de un cine más auténtico Y al mismo tiempo un tipo más cerebral de erotismo femenino, basado en la cara más que en el cuerpo. Abriendo su película con un enorme primer plano del rostro de Moreau, procedió a filmarla maliciosamente caminando por las calles nocturnas de París bajo la lluvia, con una evocadora banda sonora de Miles Davis (ella está buscando a su amante que mata a su marido bajo su instigación). Su siguiente película, The Lovers (Les Amants, 1959) causó un revuelo aún mayor con su «escandalosa» representación del deseo femenino (ella interpreta a una mujer que deja a su marido y a su hija por un amante más joven). Ascensor para el cadalso y Los Amantes fueron un punto de inflexión, borrando simbólicamente su recorrido profesional, su imagen pública anterior. Ella «renació» como una estrella de la Nuovelle Vague
Siguió una década intensamente productiva para Moreau, en la que se convirtió en la suprema encarnación de la feminidad culta y sensual, teñida de peligro o perversidad (un eco de sus anteriores insolentes papeles). La perversidad estaba muy presente en las Dangerous Liaisons (Les Liaisons dangereuses, 1959) de Roger Vadim, en las que Moreau sobresalió como la intrigante Juliette de Merteuil, como lo hizo con las heroínas de Eva de Joseph Losey (1962) y Diario de una camarera de Luis Buñuel . La versatilidad de Moreau le permitió retratar los innumerables matices de esta nueva feminidad: el amor apasionado en Siete Días … Seven Nights / Moderato Cantabile, Peter Brook, 1960, que le valió un Premio a Mejor Actriz en Cannes, el tedio en La notte, la seducción en Jules et Jim, la excentricidad (Orson Welles, El Proceso/ The Trial, 1962), la vulnerabilidad, (La Baie des anges,Jacques Demy, 1963), en la que se viste el cabello rubio platino, o la determinación letal de la mujer agraviada (The Bride Wore Black, 1968). Fué una espía en Mata Hari de Jean-Louis Richard (1964) y una revolucionaria en Viva Maria! de Louis Malle (1965). En esta última película, co-protagonizada por Brigitte Bardot, demostró que también podría manejar la comedia.
Los años 60 para Moreau también fueron marcados por su amistad y la colaboración con Orson Welles, apareciendo en cuatro películas que él dirigió: El Proceso, Campanadas a la medianoche (1965), Una historia inmortal (1968) y la incompleta The Deep (1970). Él la recompensó llamándola «la mejor actriz del mundo«.
Esta impresionante serie de películas – y habría otras – mostró su consumado pero invisible estilo de actuación y su disposición a adaptarse al universo de una gama de cineastas. En 2008 Moreau dijo a Cahiers du cinéma: «No tengo una técnica especial, tal vez unos cuantos hábitos, pero me gusta modificarlos, dependiendo del director. «A través de una serie de películas, su elegancia de pelo oscuro, su boca sensual – a menudo comparada con la de Bette Davis – y su voz de fumador (en los días en que esto era considerado sexy en vez de incorrecto) proyectaba una mezcla única de inteligencia y sensualidad. El ejemplo más duradero de estos personajes es probablemente su encarnación de Catherine, la heroína de Jules et Jim. Esta película muestra su dualidad como una presencia luminosa y que afirma la vida (véase, por ejemplo, su hermosa interpretación de la canción de la película, «Le tourbillon de la vie») y autodestructiva femme fatale (letal para los hombres y para ella misma). Visualmente, estos dos aspectos estaban sintetizados en la forma en como, de repente, su deslumbrante sonrisa iluminaba su abatimiento.
Inevitablemente, después de tales alturas cinematográficas, las películas de Moreau de 1970 se sintieron algo decepcionantes. Esto bien pudo haber tenido algo que ver con las películas en sí, pero al mismo tiempo su edad (cumplió 40 años en 1968) significó que cambió lentamente a papeles maduros «mayores». Se casó con el director William Friedkin en 1977, pero se divorciaron en 1980. Siguió trabajando, realizando más de 20 películas en esa década, pero tendía a aparecer en producciones relativamente menores o en papeles restringidos en películas más importantes. Sus personajes conservaban una dimensión sexual, aunque frecuentemente «trágica». Por ejemplo, en Going Places (Les Valseuses, Bertrand Blier, 1974), donde encarnando a una criminal sale de la cárcel para ser recogida por dos pequeños ladrones (Gérard Depardieu y Patrick Dewaere) y luego de sexo apasionado con ambos, se suicida violentamente. Posteriormente, a menudo fue elegida para interpretar mujeres «que envejecían en forma desgraciada». Entre una variada y todavía abundante filmografía de este tipo, destacan la Querelle de RW Fassbinder (1982), en la que encarna a la señora de un burdel, la comedia The Old Lady Who Walked in the Sea(La Vieille qui marchait Dans la mer, Laurent Heynemann, 1991), por la que ganó el César a la Mejor Actriz. En Nikita (Luc Besson, 1990) sus escenas breves pero impactantes la muestran como una especie de madrina de la joven heroína, la asesina Nikita (Anne Parillaud), dando las últimas lecciones de feminidad, diciéndole que sólo hay dos cosas importantes en Vida: «la feminidad y las maneras de abusar de ella«.
Desde finales de los años noventa, la carrera internacional de Moreau ha sido desigual, con películas de alto perfil, aunque decepcionantes, como The Proprietor (1996) de Ismael Merchant, en la que los críticos coincidieron en que era lo mejor de la película – una evaluación recurrente en su caso. En Francia, sin embargo, experimentó una especie de ascenso como gran dama de la pantalla , gracias a las producciones televisivas de gran presupuesto dirigidas por Josée Dayan, tales como (entre otras) el biográfico Balzac (1999) y dramas históricos como Les Misérables (2000) y Les Rois maudits (2005), todo lo cual trajo su talento y su aura a un público mucho más amplio que en su apogeo.
Este ha sido un período de renovados reconocimientos y premios de por vida, entre los cuales se cuentan una gran cantidad de premios en casi todos los festivales de cine del mundo, el León de Oro de Venecia durante toda su carrera en 1992, un Oscar honorario en 1998, dos César honorarios Y 2008) y una Palma de Oro honoraria en Cannes en 2003. Fue presidente de la ceremonia de Césars en 1978 y encabezó el jurado del festival de Cannes en 1975 y 1995, un honor único. En 1998, la American Academy of Motion Pictures le otorgó un tributo de por vida y en 2001 fue la primera mujer elegida para la Academia de Bellas Artes de Francia.
Mientras que la reputación de Moreau se basa sin duda en su trabajo como una estrella de más de 140 películas realizadas entre 1949 y 2015, sus actividades no se limitaron a actuar: mostró su compromiso con el cine de muchas otras maneras. Se unió a la lista de las actrices francesas convertidas en cineastas, como directora hizo dos respetadas películas de ficción: Lumière (1975) y L’Adolescente (1978). En la primera, reflexiona sobre como afecta el mundo del cine a las actrices, a través de un retrato de cuatro mujeres, una de las cuales interpreta. También dirigió un documental sobre Lillian Gish (1984) y un video musical para la cantante Khadja Nin (1998). Ferviente partidaria del cine de autor, encabezó la influyente Commission d’avances sur recettes, que asigna fondos a las películas de autor y ayudó a jóvenes cineastas. A finales de los años noventa, a través de Equinoxe, también apoyó a guionistas en ciernes. Posteriormente, dirigió una escuela de cine en Angers, en el oeste de Francia (Les Ateliers d’Angers). Finalmente, en parte como resultado de su interpretación de culto de «Le tourbillon de la vie» en Jules et Jim, adquirió una reputación como cantante, y en total grabó seis álbumes. Al final sin embargo, puso su voz altamente reconocible al servicio de la película, firma de muchas actuaciones memorables, pero también de un número impresionante de narraciones del voice-over. Refiriéndose a su papel en Lift to the Scaffold (Ascensor para el cadalso), el ex Ministro Francés de Cultura Jack Lang le dijo a Moreau, a través del periódico comercial Le Film français: «La corta escena telefónica ha quedado impresa en mi memoria: las imágenes, por supuesto, pero especialmente su voz, que resuena ‘.
Aunque hay un consenso absoluto sobre su talento y profesionalismo, Jeanne Moreau ofrece una paradoja interesante en lo que se refiere a la imagen que proyecta su personaje, tanto de la modernidad como de un «eterno femenino» inmutable. Muchas de las partes por las que ella sigue siendo particularmente famosa (las heroínas de Eva, Jules y Jim, La novia vestía de negro) retrataron sus heroínas como peligrosas, incluso mórbidas. Sin embargo, sus actuaciones y su personaje fuera de pantalla como una mujer lúcida, erudita y con visión de futuro, transformaron estas características en una presencia radiante y positiva – una mujer «brillante, ingeniosa y original«, según palabras del director Marcel Ophuls. Esto se debe evidentemente a su excepcional talento, a su energía y a su personalidad afirmativa, pero también porque, para ella, el cine era «la vida misma».
Fuente: bfi.org.uk – Traducción (precaria) Oscar Alvarez